Feliz navidad... Acabo de llegar de León, De pasar los días navideños con mi familia, y tengo muy poco tiempo antes de volver a trabajar mañana... Me gusta la Navidad. No lo puedo evitar, aunque objetivamente es una época del año en la que se agolpan fechas de malos recuerdos, de gente que falta, de gente que querrías que estuvieran y no están. Pero en el fondo me gusta mucho. Aunque se haya convertido mayormente en un marathon consumista, y en el "agosto" de los negocios que nos venden lo superfluo.... es un puntazo regalar, y todos caemos: yo caigo. Me gusta la visita de los Reyes Magos, en los que creo firmemente. Me gusta la socialización que propugna la Navidad, eso de verse y compartir tiempo con gente que no nos acompaña durante el año, brindar, comer, hablar con ellos, estrechar lazos que no siempre se quedan en nada... (Muchas veces, lazos que estrechamos en Navidad perduran luego y se afianzan durante el año) La navidad me mola.
Al principio no... Me refiero a mediados de Noviembre, cuando se empieza a ver que va llegando. Sólo se vé lo malo. Es demasiado pronto para socializar, para brindar, para felicitar, para regalar... sólo se aprecia lo malo: los negocios van preparando su momento, y objetivamente es una mierda. :-D Empiezan a verse anuncios navideños, empieza el tufo navideño, lo peor...
Pero Luego, en Diciembre la cosa cambia. La gente se muestra más feliz (igual es una pose, pero anima, joer.) y la Navidad empieza a mostrar su mejor cara, mientras van llegando los días potentes.
Y los "días potentes" en mi caso empezaron el jueves.... :-) Llegó el mejor día del año, laboralmente hablando. No creo que haya nada mejor a cambio de un sueldo: repartir las cestas navideñas que ofrece la empresa a los empleados. No siempre se puede hacer así, pero a mi me gusta entregarlas una por una, en mano, y felicitar las fiestas. Te queda el cuerpo de puta madre. :-) Aunque el día objetivamente sea chungo, ya que el mundo no se para para que Ramón reparta las cestas, sino que sigue y sigue. Y la carga de trabajo agobia. Pero ése día tengo las pilas puestas y no se me quita la alegría de la navidad, ni el ánimo de estar haciendo en la empresa lo más satisfactorio que se puede hacer en una empresa. Ese día la energía me desborda, y cuando entrego la última me queda un enorme optimismo "navideño" :-)
El viernes fué reunión anual navideña de la empresa (la cena, vamos.... :-D) a la cual, (y no como el año pasado) ésta vez no llegamos tarde. Digo "llegamos" en plural porque unos cuantos quedamos antes de la hora oficial para tomar algo y vernos antes (como supongo que haría casi todo el mundo). El caso es que llegamos a tiempo al restaurante Bellavista. La noche terminó "para mí" a ésto de las 6 y media de la mañana en algún lugar del fomento. Tuve que irme antes de lo preferíble, ya que una vez más, me esperaban compromisos ineludibles con la familia a la mañana siguiente (bien prontito, y que incluían conducir La Bestia Bella), ya la mañana de nochebuena.
Lo ocurrido tras la cena en la noche fué una típica "noche joven", en la cual salimos por varios locales de Gijón a bailar, con la diferencia de que evidentemente éramos todos compañeros de trabajo, que no solemos salir de marcha juntos. Gente con una vida personal "llena" de cosas que habitualmente desconocemos, aunque en realidad pasemos muchas horas al año con ellos. Con la vorágine laboral diaria, les vemos y quizá les saludemos y crucemos unas palabras, pero no más. De hecho, durante la velada, algunos compañeros se conocieron por primera vez "literalmente", llevando ya varios años en la empresa. Eso bien mirado, es triste. Y es lo que en parte soluciona la cena de empresa.
Por eso me encanta el día de la cena: porque realmente creo que en KLK lo que merece la pena es la calidad humana de la gente, que (en mi caso al menos) hace que trabaje a gusto, cómodo y con la sensación de estar bien rodeado. Me encantan mis compañeros, los que día a día trato en el transcurso del trabajo y los que simplemente veo y saludo de vez en cuando. Por eso me encanta que una noche haya posibilidad de tratarlos, brindar con ellos, conocerlos un poco más y todo eso. Todos los años me queda un inmejorable sabor de boca: y la sensación de que realmente son tan buena gente como parece. Soy muy afortunado. Incluso molan mis Jefes, joer...
Sobre la cena en sí, poco hay que decir: un puntazo de la jefatura, (Muchas gracias) y aunque ya el año anterior lo fué igualmente, hay que decir que éste año el evento resultó "técnicamente" mejor. El sitio era más elegante, y la cena más sabrosa y adecuada. En general, al gusto de más gente. Aunque para mí eso es lo de menos... Comimos bien, en un sitio elegante y con un servicio esmerado y correcto, pero lo importante es que nos reunimos todos en torno a un acto social que salió muy bien. Yo lo pasé muy bien en mi mesa durante la cena, en los corrillos anteriores, y en la sobremesa, donde me quedo (entre otras muchas cosas) con la frase del señor Garriz: "Ramón, el rey de la Materia Prima". :-D El príncipe, corregí yo. :-p
Tras la cena, de marcha por Gijón. Recuerdo muchas cosas, pero diré que me quedé "pillado" recordando el Idus de Marzo (No, no fuimos allí, pero salió el garito en la conversación) y se me fué la cabeza a recordar mis primeras andanzas nocturnas, que tuvieron ése mítico garito gijonés como decorado. Recuerdo que por aquél entonces, la pandi nos preguntábamos qué carajo tenía ese sitio para tenernos allí horas y horas todas las noches, cuando la música en realidad nos gustaba a 4, (estilo "Morbo": variedad, sonido español, poco dance o nada, y alguna horterada suelta) y las copas tiraban a "caras"...
Yo siempre pensé que era el ambiente que se reunía allí, que era selecto hasta el punto que nosotros eramos "de lo peor"... :-D Se encontraban chicas con mucha clase. Al parecer, eso no ha cambiado... :-)
Muy a mi pesar, antes del fin de fiesta tuve que rendirme al reloj, y a riesgo de ser considerado un carca "mayor", estando muy agustito y en muy buena compañía, tuve que irme. A las 12 tenía que ponerme a los mandos de La Bestia Bella y llevar a toda la familia a Valencia de Don Juan, un viajecito de unas dos horitas en un día muy señalado. No podía jugar con eso.
Me levanté algo justo, me preparé y me dí caña con un café poderoso. No había secuelas de la noche, sólo un acusado cansancio, de toda la semana. Nada grave. Cargamos el coche y pusimos rumbo a León. Dejaba atrás (una vez más) la salida de la autopista hacia Babia, cuando curiosamente sonaba Coti en el loro. Concretamente Julieta Venegas con Coti, y conmigo canturreando entre dientes eso de "tu nombre"... :-D Tiene narices, la cosa. Mi memoria andaba fresca, mi mente ágil y mientras me adentraba en el Páramo, pensaba en la curiosa conexión. A pesar de estar muy a menudo "en Babia", en realidad siempre que llego a esa desviación sigo de frente. En verdad nunca he estado en Babia: a lo sumo he pasado por ella. Pasado de largo. Dos veces, creo recordar.